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Una serie de escuchas develan la explotación sexual de mujeres en Salta

La causa contra dos presuntas proxenetas que llevaban jóvenes a Chile para prostituirlas cuenta con grabaciones de varios implicados.
05 Oct 2017
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A raíz de la denuncia de una mujer que aseguró que fue obligada a prostituirse se derivó una profunda investigación sobre un grupo de personas -en su mayoría mujeres- sospechadas de integrar una red de trata de personas con el fin de explotarlas sexualmente en Salta y Chile.

Marcela Castro y Jessica Aguirre hoy están siendo enjuiciadas por esos delitos, pero vienen siendo investigadas hace más de un lustro. El expediente se abrió en 2012 luego de que una joven denunciante las acuse de reclutar a mujeres vulnerables para explotarlas sexualmente en Salta y luego llevarlas –incluso a menores de edad- a Chile, para que se prostituyan en cabarets de Calama y Tocopilla.

La investigación, además de contar con el desgarrador relato de otra víctima quien también lo declaró en la primera audiencia del juicio, cuenta con una importante cantidad de escuchas telefónicas surgidas de las operaciones sobre los teléfonos de Castro, Aguirre y otras personas de su entorno cercano.

De las transcripciones de las conversaciones a las que pudo acceder LA GACETA y que constan en el expediente, se extrae a criterio de los investigadores cómo ambas imputadas trabajaban en forma conjunta y habitual con el fin de obtener un beneficio económico de la explotación sexual de mujeres.


(Jessica Aguirre y Marcela Castro)

Los diálogos entre ellas, con conocidos y hasta con clientes reflejan cómo negociaban, cómo era la oferta de mujeres de distintas edades y características físicas y el modus operandi para los encuentros y métodos de pago.

El fiscal a cargo de la instrucción de la causa, Ricardo Toranzos, las acusó de ejercer las actividades propias del delito de trata como la captación, reclutamiento, traslado y explotación sexual, por medio del aprovechamiento de las condiciones de vulnerabilidad y necesidad económica de las víctimas. Además, asegura que las imputadas se valieron de violencia psíquica y física, manipulación y amenazas para lograr sus objetivos.

El desgarrador relato de una salteña obligada a prostituirse en Chile

De las conversaciones se deprenden diálogos en los que Castro sugiere lugares, horarios, movilidad y transporte de las víctimas, siendo ella misma quien se hacía cargo personalmente de llevarlas y buscarlas para asegurarse el cobro del servicio y el exclusivo manejo del dinero.

El comienzo de las escuchas

Las primeras escuchas se realizaron sobre el teléfono fijo del domicilio de Castro en barrio Parque Belgrano. En varias de esas grabaciones se escuchan conversaciones con Aguirre sobre temas como una fiesta clandestina en Vaqueros, gestiones en el Consulado de Chile donde habían estado trabajando durante tres años y sobre la habilitación municipal de un cabaret en Salta.

Ese año también se intervino el teléfono de una hermana de Castro y de una comunicación con una mujer, dice que  Marcela ya no estaba viajando con mujeres para hacerlas prostituir como lo hacía antes.

“No quiero llevar pendejerío tampoco en el auto, prefiero ir con minas grandes… no quiero ir con pendejas, no quiero tener garrones asique ándate con ellas en el bondi vos”, se escucha decir a Castro.

Las escuchas continuaron en 2013, donde por ejemplo se destaca a Castro explicando cómo organiza la participación de mujeres en una despedida de soltero en unas cabañas en el dique Cabra Corral y que las mujeres cobraban la suma de $800 por el pase.

La organización de fiestas era una constante por lo que surge de una comunicación de Castro con una amiga en la que dialogan sobre la fiesta con “yanquis” que se estaba por desarrollar en Lumbreras. La imputada incluso le pregunta si conocía alguna chica ya que había perdido todos los contactos de su agenda. La amiga, evidentemente vinculada a la actividad, le recomendó a una niña de 15 años, sobrina de una conocida de ambas.


Características y precios

Una escucha de 2014 exhibe la llamada de un hombre a Castro en la que le pregunta si tenía alguna chica “jovencita y bien blanquita”, a lo que la acusada le contestó que le averiguaría y que le confirmaría en minutos. El sujeto volvió a llamarla luego y ella le comentó que habló con una amiga que estaba cobrando $800.

En esa charla se advierte con claridad el control total de la situación por parte de Castro ya que el hombre le preguntó dónde buscarla pero ella le respondió que “por lógica”, ella la lleva al lugar en dónde él se encuentre y luego, la pasa a buscar.

La conexión con Chile

La hipótesis de la Fiscalía es que la red de trata opera activamente con Chile y las escuchas también les sirvieron de prueba. Ese mismo año se registra un diálogo del que surge que Castro se encuentra en dicho país con Aguirre y otras tres mujeres mayores de edad con el fin de realizar servicios sexuales en burdeles o prostíbulos.

Una conversación entre Castro y otra mujer demuestra la coordinación de un viaje con cinco o seis mujeres al país trasandino en su vehículo personal al tiempo que otra miembro de la organización llevará a otras dos “changuitas” en micro por un expreso pedido de la acusada, quien textualmente ordena: “no quiero llevar pendejerío tampoco en el auto, prefiero ir con minas grandes… no quiero ir con pendejas, no quiero tener garrones así que ándate con ellas en el bondi vos”.

De la intervención del teléfono de Aguirre se desprende una comunicación con un hombre propietario de un cabaret en Chile. En ella, Aguirre le dice que va a ir a las 8 horas al establecimiento y que llevará tres “chicas lindas recién llegadas que quieren trabajar”. El hombre le responde que las espera y que serán recibidas por la cajera.


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