Cantar la noche, las penas, los abandonos, y que la tristeza traiga un poco de placer. Perro Ciego entiende el blues como lo dice Willie Brown -el personaje de "Crossroads" que les dio nombre- y en la noche del miércoles celebró su vigencia de 25 años, con la sala del Teatro Provincial tomada para la fiesta.
Pogo con las butacas, en los pasillos, el canto del aguante vestido con remeras de otras tribus, de parentescos rockeros que acercan en una distancia que es solo temporal. Los que siguen a la banda son de la generación que está pasando los 40 pero también de la que miró por primera vez el barrio con las letras de Callejeros, incluso de la que hasta hace poco escuchaba a Piñón Fijo y ahora canta "El corcho" haciendo los gestos de la guitarra de "Salchi" Dique.
La primera en la lista fue para ellos: "Perro ciego", inicio de una hora y media con pocas pausas y que en 20 canciones no hizo demasiado lugar para la nostalgia ni para los lugares comunes de un cumpleaños feliz. Austeros, casi despojados, los músicos se apoyan en la confianza mutua y abren el juego para que cada uno sea libre en lo suyo. Martín "Gamba" Aguilera apenas necesita mirar de vez en cuando al "Pelado" Vega para que el vuelo melódico de las letras que canta Salchi se teja sin fisuras con el pulso armónico, y "Jopo" Zenteno le ponga la espalda rítmica que nos saca a bailar.
"Cenizas", "Lo peor", "Letras rojas", penas de amor sin otro remedio que el blues, a media cuadra del microcentro donde la salteñidad tiene solo que ver con ponchos y otras guitarras. Perro ciego dice, desde su líder emocionado, "aguante Salta, qué fiesta que le están poniendo", y la arenga replica en una alegría hermosa hasta la última fila.
Agustín Zenteno, hijo de Jopo, aparece como invitado en guitarra acústica y batería en "No quema igual" y "Amanecido". La armónica es de Leandro Escobar, invitado permanente de la banda y que toma sin reemplazar el espacio que dejó el Pibe Acosta, otra presencia que sobrevoló la noche y tuvo su homenaje en las imágenes y las citas del clip que cerró el show. Carlitos Aguilera, de Mi Karma González, se sumó en bajo para el popurrí del final, una despedida que no despide nada.