Fueron días en los que las mejores jugadoras del mundo del hockey pusieron su toque especial, no sólo en el estadio de Natación y Gimnasia, sino en varios puntos de la ciudad. Cuando se jugó la ronda final de la Liga Mundial 2012-2013 (luego reemplazada por la Pro League) Tucumán captó la atención de la prensa internacional. La reunión de ocho selecciones (Australia, Holanda -la campeona-, Corea del Sur, China, Alemania, Nueva Zelanda e Inglaterra, más Argentina) y la siempre convocante figura de Luciana Aymar hicieron que, de antemano, la fiesta y el espectáculo estuvieran asegurados.
En las semanas previas el ambiente estuvo un poco convulsionado, ya que las obras en el estadio a estrenar parecían muy retrasadas. “No hay plan B. Vamos a llegar al 30 de noviembre”, sentenciaba Rafael Pirlo, que hasta hoy es presidente de la Asociación Tucumana Amateur de Hockey.
El torneo no tuvo ninguna alteración de fechas por cuestiones de insfraestructura. El estadio que se levantó sobre la avenida Benjamín Aráoz abrió sus puertas para las mejores jugadoras del mundo que no se quejaron, aunque tampoco lo elogiaron desmedidamente. Un buen equilibrio en lo que a ese aspecto se refiere.
El estadio de Natación y Gimnasia fue un cúmulo de emociones. Las Leonas quedaron terceras y además de Aymar contaron con Carla Rebecchi, Noel Barrionuevo y Rosario Luchetti, que ya estaban formando la base de continuidad para que Argentina se mantuviera en el primer nivel internacional. Ellas fueron las que más autógrafos firmaron y más fotografías se sacaron. Principalmente niñas hacían los pedidos en cada espacio en los que podía generarse algún tipo de actividad de las chicas de “celeste y blanco”. En el hotel de la zona del parque 9 de Julio las “guardias” de las jovencitas vestidas con las camisetas de sus respectivos clubes fueron habituales en esos días que transcurrieron entre el 30 de noviembre y el 8 de diciembre de 2013.
Ni el intenso calor, clásico en esa época del año en “El Jardín de la República”, quemó las energías de las fanáticas. Ni de las jugadoras tampoco que, como era de esperar, estuvieron sumamente custodiadas por los oficiales de policía. Las vallas de contención funcionaron eficazmente y ayudaron al trabajo de las fuerzas del orden. Cuando alguna Leona solicitaba acercarse al público, la escoltaban hasta dónde estaba alguien con mucha vehemencia pidiendo por favor “la” foto o “la” firma para guardar por siempre.
HOY. Ponce tiene 17 años. Sigue en el club Nahuel Huapi, también es entrenadora.
Como no tuvo esa fortuna, Stefanía Janet Ponce se animó a ir más allá. Para aquella jovencita de 10 años la valla, el policía o el señor con la pechera no serían impedimentos para cumplir lo que tanto deseaba. “Mi sueño era saltar y saludarla”, cuenta hoy Ponce ya con 17 años. Ella fue protagonista en la primera noche del torneo cuando Las Leonas debutaron con un empate ante Australia. “Yo le dije a mi mamá: ‘voy a pasar por el lado de Luciana’”, empezó su relato la jugadora del club Nahuel Huapi de Alderetes, que compite en la Liga del Interior.
AUDAZ. A los 10 años, la pequeña Janet lo pensó muy poco: saltó la baranda e irrumpió en el césped sintético de la cancha. la gaceta / foto de diego aráoz
Janet tiene como referente máximo en el deporte que ama a “Lucha”. “Cuando se retiró, lloré como nunca y dejé de seguir un poco al seleccionado”, reconoció. Con ese vínculo tan estrecho con su ídola era esperado que aquella niña haya puesto todo su esfuerzo en poder concretar su sueño de estar cara a cara con la rosarina, elegida ocho veces como la mejor jugadora del mundo.
“Me avisó, pero no me imaginaba que iba a hacerlo porque era muy pequeña y había mucha seguridad”, también se acuerda Mariela del Carmen Nieva. Desde lo más alto de la tribuna popular en la cabecera de la avenida Benjamín Aráoz, la mamá de Janet vio la secuencia que su pequeña de 10 años protagonizó mientras los equipos estaban realizando el calentamiento previo. “Se me desapareció y en un momento vi que por la cancha corría una camiseta del equipo”, rememoró la fundadora del club que tiene más de 10 años de existencia.
“Creo que era el sueño de muchas y que también lo querían hacer”, opinó Janet. Como ella, había otra niña que quiso hacer lo mismo. “Al señor de la pechera le había pedido pasar, pero me dijo que no. Cuando se fue porque otra chica estaba por hacer lo mismo, entonces yo salté y no me pudo agarrar”, describió su accionar que duró apenas un poco más de un minuto. El raid de Janet incluyó un paso por el banco de suplentes y otro por el círculo que formaban Las Leonas. ¿Logró saludar a su ídola? No, porque “Lucha” estaba híper custodiada, incluso en los sectores exclusivos para las jugadoras. “Lo mismo fue cumplir mi sueño, pude saludarlas a todas”, destacó Janet, que luego gozó cada minuto del primer partido de Argentina en aquella Liga Mundial de hace siete años.
“Cuando el guardia volvió, sólo me miró y se río. Nadie me trató mal, pero él me dijo que no se iba a descuidar de mí”, recordó entre risas. Janet tampoco descuida lo que representa un sueño para ella. “Quiero que mi club tenga su cancha”, reconoció. Ya no tanto como jugadora, pero sí como entrenadora de las divisiones inferiores, Janet sigue soñando, como soñó durante esa semana de diciembre con la Liga Mundial.