Para sostener económicamente su fundación, que está atravesando una complicada situación financiera, Julio Bocca dictará hoy y el próximo sábado dos clases magistrales desde su casa de Uruguay. Será por medios de sus redes sociales y a cambio de donaciones. El cupo es de 20 alumnos para cada clase y se realizan a pocos días de una fecha muy especial para el bailarín: el 26 de junio de 1985, con apenas 18 años, ganaba el primer premio en el V Concurso Internacional de Ballet de Moscú, el certamen de danza clásica más importante del mundo al que llegó siendo un desconocido sin recursos.
“Ya no sé cuántas veces conté esta historia en los últimos tres meses por Zoom, porque siempre generan interés los recuerdos del concurso, cómo llegué hasta allá, lo que me pasaba entonces. Fue el sueño del pibe hecho realidad”, le contó Bocca a la agencia Télam.
Llegó a Rusia con un antecedente esquivo ya que en un concurso internacional de ballet en Osaka, Japón, lo habían eliminado en la segunda ronda. Esa experiencia le enseñó cómo funcionaban esos certámenes, la potencia de las grandes compañías que mandaban a sus bailarines acompañados por maestros y bien equipados, y la ambición de cada teatro del mundo por preparar a sus artistas para que ganaran. “Me dije a mí mismo que participar sería la única posibilidad de pisar el Bolshoi y, entonces, decidí ir”, remarca.
Sobre el escenario lo acompañó Raquel Rossetti, integrante del Ballet Estable del Teatro Colón y ya con su carrera consolidada. “Le tuve fe y confié en su talento, que le descubrí a sus 15 años cuando bailamos juntos por primera vez en un programa de televisión”, evoca su partener. A esa pareja se sumó la maestra Gloria Kazda, de la que Rossetti fue discípula y que había formado a Norma Fontenla y Silvia Bazilis; y el coreógrafo Gustavo Mollajoli, que creó un dúo para ellos con música de Ástor Piazzolla. A partir de su consagración nada fue lo mismo para Bocca, hasta su despedida, ante 300.000 personas en un escenario montado en la avenida 9 de Julio, en diciembre de 2007.
Su fundación fue creada hace más de 20 años y por la pandemia está capacitando a sus estudiantes a la distancia. Su objetivo es acompañar a los talentos del país en su formación artística y hacer más sencillo un camino en la danza al que le sobran sacrificios y frustraciones. “La idea era ayudar a la gente joven a cumplir su sueño como artista”, recordó Bocca.
“Hoy, de los 500 alumnos que tenemos, 400 están becados”, explicó a Télam el director general de la entidad, Carlos Repetto, y agregó: “brindamos 24 clases diferentes en dos unidades troncales: teatro musical, por un lado, y danzas, por el otro. Son 80 maestros, 14 disciplinas y seis programas sociales activos, con un alto impacto en el campo y en la generación de bailarines y actores jóvenes”.
Su labor social es tan excepcional y discreta como su fundador; asiste a chicos y chicas de la región, brinda clases cada domingo en zonas desfavorecidas y ofrece espectáculos a beneficio de otras ONG, entre otras acciones.
Aunque mantienen buena parte de sus clases on line, su futuro es complejo. “Perdimos toda la capacidad de respuesta económica en niveles alarmantes. Esto porque no dejamos a ningún alumno sin su oportunidad y no cancelamos las horas de clases de nuestros maestros”, completa Repetto.