“Iré viendo menos cada vez, y aunque no pierda la vista me volveré más ciega cada día porque no tendré quien me vea”
(Ensayo sobre la Ceguera - José Saramago)
Viernes 22 de Mayo de 2020. Son las 18 en nuestro país. En el Hemisferio Norte, una hora menos.
Es oficial. Argentina entró en default por novena vez en su historia. En nueve meses pasamos del reperfilamiento al default virtual y ahora al “soft” default de deuda.
La noticia estaba descontada en los mercados y, por lo tanto, incorporada en los precios de los activos financieros. Pasaron 30 días del período de gracia para pagar los U$S 503 millones del cupón de renta de los Bonos Globales o “Bonos Macri”.
¿Qué significa este default? ¿Cuáles son sus implicancias?
El detrás de escena
Técnicamente existen de forma inmediata dos riesgos asociados al default.
El primero es la activación de contratos de cobertura ante eventos de impago. Los denominados CDS (Credit Default Swaps) implican que el tenedor de este contrato puede exigir a su emisor, usualmente un banco, su cobro. Ante la cesación de pagos, el emisor deberá cancelar el valor total neto de deuda. Con bonos en torno al 30% de paridad, implicaría desembolsar el 70% adicional. Al ser este un contrato entre privados no afecta las arcas del Estado.
El segundo y mayor riesgo es la activación de la “aceleración” de pagos de otros bonos. Las cláusulas de default cruzado vuelven exigibles de forma inmediata flujos que se hubieran pagado en el futuro. Peligroso. Pero es poco probable que ocurra mientras continúe el proceso de negociación. De todos modos, que la probabilidad sea baja no implica que sea inexistente.
Días claves
“Estamos trabajando para que, si no hay acuerdo el viernes 22, no se rompa nada”, declara el ministro de Economía, Martín Guzmán. Los resultados de la negociación recientemente extendida se anunciarían la primera semana de junio.
Los acreedores piden cobrar intereses devengados, aumentar la tasa de los cupones y comenzar a percibir cobros antes del fin de mandato de este gobierno. No tendría sentido cerrar un acuerdo hoy si la promesa y esfuerzo de pago recaerá principalmente sobre nuevas autoridades. Los jugadores son lo suficientemente grandes como para sentarse y esperar.
Las mayorías necesarias para cerrar un acuerdo y evitar holdouts son altas. Un 85% de aceptación para los Bonos K y entre un 66% y 75% para los Bonos M.
Un acuerdo parcial podría llevarnos a situaciones como las de 2014, cuando el juez de Nueva York Thomas Griessa trabó los pagos que había dispuesto nuestro país y entramos en default técnico: quiero pagar, pero no me dejan.
La apuesta del Gobierno es razonable. Ningún acreedor se presentaría a litigar mientras exista un proceso de negociación.
Deuda Argentina: Escenario binario
Las partes involucradas tienen interés en acordar. Los costos de un default implicarían, entre otras cosas, que las empresas argentinas deban cancelar U$S 21.000 millones de vencimientos de deuda ante la imposibilidad de renovación. Dólares que deberían provenir de las ya debilitadas reservas del Banco Central.
El doctor Alberto Fernández, abogado de profesión, sabe que un mal arreglo es mejor que un “buen” litigio. Los acreedores también. Necesitan liquidez para los papeles argentinos, pero no pueden mostrarse excesivamente blandos. Es probable que a la reestructuración argentina le sigan otros emergentes. En un contexto de tasas negativas son precisamente las inversiones en este tipo de economías las que generan atractivos retornos positivos.
El escenario, una vez más, es binario. Y las rentabilidades esperadas son acordes al riesgo asumido. De apostar hoy a bonos argentinos se podría ganar muchísimo dinero o perderlo casi todo. Quienes conocen el mercado lo saben bien y advierten a distraídos e inexpertos. “En 25 de paridad hay que comprar. Aquí, solo mirar”, remata una voz experta. Casi 30 años operando bonos argentinos empujan a escuchar su prudencia.
Ayúdenme que no veo. Ayúdenme que no puedo ver
Fines de 2019. El punto de tensión es máximo. Entre una veintena de empresarios reunidos, el profesor Marcelo Paladino acaba de disparar la siguiente pregunta “¿Cuál es el verdadero problema de Argentina?”
¿Es el déficit fiscal? ¿La deuda? ¿La disparada del dólar?¿La emisión monetaria? ¿La grieta? ¿El coronavirus? ¿El desplome de la actividad económica? ¿La inflación?
Todos ellos son síntomas de un problema más grave. Estructural.
Esta semana, el ministro de Desarrollo, Matías Kulfas, dio a conocer que, en nuestro país, 9 de cada 10 personas recibe algún tipo de asistencia del Estado. “La normalidad no existe más”, sintetiza el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof. El coronavirus todo lo cambió, se justifica.
Lo que no cambió sino que agravó son las alarmantes estadísticas. En Argentina, 1 de cada 3 personas es pobre. Y en el NOA, esa cifra se eleva aún más: 2 de cada 3 individuos. Eso es aún más alarmante entre los jóvenes.
El futuro argentino está hipotecado y esa es la verdadera tragedia. Después de todo, recaerá sobre esta juventud sin futuro el pago real de la deuda.