“La otra Missy” es un despropósito de punta a punta, un engaño para quienes pretenden escaparle un rato a la cuarentena disfrutando una comedia. Ni se les ocurra. No se entiende por qué le dio luz verde Netflix a este estreno, de lo peor de su catálogo. Es una hora y media de situaciones absurdas, chistes malos, pésimas actuaciones, varios pasajes que rozan lo desagradable y un desenlace rodado a las apuradas que deja una sensación de precariedad absoluta. Como si advertidos del naufragio hubieran acordado terminar la película como sea.
Lauren Lapkus, una buena comediante, termina derrapando en un grotesco que de vanguardista no tiene nada. David Spade (esa peluca, por favor) transita por la pantalla con la vitalidad de un zombi y el resto del cast es pura clase C. Al director Tyler Spindel le costará remontar esta cuesta. ¿La historia? Un enredo con los paisajes de Hawai de fondo. Nada más.