Recitales en vivo, campeonatos de escritura, presentaciones de libros por correo electrónico o talleres virtuales son algunas de las iniciativas que se pusieron en marcha en estos días de cuarentena preventiva y obligatoria y mostraron nuevas maneras de alimentar el escenario cultural que Luciano Galup, Irina Sternik y Natalia Zuazo analizaron para la agencia Télam.
Sternik cuenta que mientras responde la entrevista escucha, de nuevo, el recital que Pedro Aznar ofreció en Facebook, que fue visto por 65.000 cuentas (pero muchas más personas) y apunta que el de Fito Paez tuvo 67.000 seguidores por Facebook y 27.000 por Instagram, más la re transmisión de canales y portales.
“Es un fenómeno emocionante y difícil de comprender. Ellos son, además de músicos, comunicadores sociales. Hay muchos otros y otras que con pocos o muchos seguidores están manteniendo algún tipo de contacto cultural con su público, no sólo para pasar el tiempo, sino para explorar nuevas formas de relacionarse”, reflexiona.
Galup, autor del libro “Big data & Política”, considera que las redes permiten que artistas y productos culturales circulen, ya que la voluntad es liberar contenido para que la gente pueda quedarse en su casa con distintas actividades. “También pasa que gran parte de la industria cultural está frenada porque no se puedan hacer cosas en el mundo físico, así que hacer shows es mantener algo de la maquinaria para brindar objectos culturales a la ciudadanía y garantizarte la subsintencia presente o futura. Un tema interesante para pensar es que se pueden hacer recitales en formatos novedosos; hay un aprendizaje lateral: ese tipo de transmisiones pueden tener una vida posterior a la cuarentena”, explica.
Zuazo considera que estas iniciativas “les sirven a los que quieren participar del recital, del concurso como al artista o al tallerista pero que si no sirven en este momento también esta bien”. “Las redes sociales en gran parte son un alimento de consumo y del capitalismo; entonces no todo lo que está allí hay que consumirlo obligatoriamente. Si eso que se multiplica como una oferta permanente está bien pero que no sea una oferta que se nos impone y pensamos que la tenemos que tomar necesariamente porque estamos encerrados”, expresa. Además, señala que la crisis deja al decubierto los pocos periodistas especializados en ciencia que hay en los medios y evidencia la importancia de que eso se modifique.
Para Sternik, estas iniciativas artísticas son “una de las mejores consecuencias que nos deja el encierro, la cercanía con otros antes impensada”. “Quiero terminar con un comentario que hizo Ignacio Montoya Carlotto en un recital muy breve que dio en Instagram el miércoles, tocando algunas de sus canciones en el piano. Y fue breve porque, como dijo, ‘soy respetuoso de la banda ancha y del tráfico de internet’”.