Natalio Krasnogor es tucumano, pero hace más de media vida que reside en Reino Unido. Allá -y más precisamente en la Universidad de Newcastle- se dedica a la enseñanza de un tema que logró anexar la ciencia ficción con nuestra rutina: la inteligencia artificial.
Director del “Grupo de Investigación Interdisciplinario de Computación y Biosistemas Complejos” en la institución británica, esta semana Krasnogor será uno de los disertantes del workshop “Inteligencia Artificial: training y aplicaciones en problemáticas regionales”. Un espacio teórico-práctico en que se plantearán las nociones básicas sobre estos algoritmos y su funcionalidad.
El evento es organizado por el Laboratorio de Computación Científica, de la Facultad de Ciencias Exactas y Tecnología (Independencia 1.800) y durará hasta el viernes. En medio de la jornada, el profesor universitario se toma un tiempo para conversar con LA GACETA. ¿Hacia dónde se dirige el futuro?
- ¿Qué se entiende por inteligencia artificial?
- La IA es un conjunto de algoritmos y de herramientas matemáticas-computacionales que le permiten a una computadora resolver diversos problemas de una manera “similar” al comportamiento humano.
- ¿Cuáles son los beneficios que trae aparejados?
- Una máquina no se cansa y puede conversar en simultáneo con miles de personas. Si resolvemos el asunto legal de la regulación de datos, podríamos -por ejemplo- hablar con un algoritmo/doctor sin sacar turno. En relación al cambio climático, el hombre tiene capacidades muy limitadas para entender las variables del sistema. En cambio, con la IA podríamos hacer cosas como detectar las zonas a reforestar. Otro asunto son las intervenciones regulatorias en economía; con casos como el aumento de impuestos o las prohibiciones. Una inteligencia que tenga acceso a mayores datos de los que posee un economista en su cabeza, permitiría mejorar el sistema social y la gobernanza.
- ¿La Inteligencia Artificial puede salvar al mundo?
- Solamente el ser humano es capaz de hacerlo. La IA es una herramienta y como tal puede ayudar a la sociedad, o hundirla. Su utilización es pura responsabilidad nuestra y siempre se necesitará del contacto humano.
- ¿Existe algún organismo o protocolo que normatice la aplicación de esta tecnología?
- Si, en especial por los debates sobre su uso ético y responsable. En abril del año pasado, la Unión Europea creó una guía con siete puntos esenciales. Entre ellos figuran cuestiones referidas a la supervisión constante de un humano. A fin de cuentas se trata de algo que nosotros construimos; así que si las cosas salen mal, alguien debe responsabilizarse. Además, los datos que alimentan a los algoritmos tienen que respetar la diversidad y no deben discriminar géneros, religiones o etnias. De igual forma, hay organizaciones que se encargan de auditar y de crear diálogos entre los usuarios, las personas que podrían verse damnificadas, las ONG's y los centros de investigación.
- ¿Hay grupos opositores a este avance e invención?
- Sí, y son personas push-back. Es decir, gente que rechaza el abuso de la Inteligencia Artificial en ámbitos afines al reconocimiento automático de caras en las calles y el transporte público o decisiones como la habilitación de créditos y de visas.
- ¿Qué pasa con quienes profetizan el fin del empleo y la utilidad humana?
- Es indudable que va a existir una transferencia de responsabilidades y de trabajos. Indudablemente la IA progresará en ese sentido y empezará a hacer cosas que nos competen. Sin embargo, el ser humano podría buscar nuevas actividades. Dudo que esto sea una suma en la que alguien gane y el otro pierda.