Por Eduardo Luis Fracchia - Director del área de Economía del IAE Business School (Universidad Austral)
Las elecciones generales resultaron las esperadas en línea con los números de las PASO, funcionando estas últimas como una gran encuesta nacional. Si bien se trató de una elección que ya estaba definida, igual fue muy relevante, para medir fuerzas. La elección fue un plebiscito a favor de Alberto Fernández.
Cambiemos fue el gran perdedor. Mantuvo el voto cautivo y tuvo un voto anti kirchnerismo que le permitió llegar al 40%. Cristina sigue siendo un gran animal político. El Gran Buenos Aires es de Cristina Fernández, sobre todo el tercer distrito electoral ampliamente ganado por el peronismo. En La Matanza Cambiemos perdió por gran margen.
María Eugenia Vidal se puso al hombro la campaña como en las PASO. Estar en el poder le ayudó también a conseguir votos, pero fue derrotada con contundencia por Axel Kicillof, en una elección nacional.
Durán Barba fue funcional a Macri una vez más. El Pro le debe mucho a su estrategia electoral y de posicionamiento que, en los últimos 10 años él orientó. En este último caso fue derrotada, falló la polarización.
El peronismo no tuvo primarias. No se dispersaron los votos justicialistas. La polarización observada en la Provincia de Buenos Aires favoreció principalmente a Sergio Massa y perjudicó a Cambiemos, dejando trunco el proyecto político de reelección de Mauricio Macri.
Aunque Cristina ya se posicionó como líder de la nueva gestión, será una incógnita el cogobierno con el presidente electo. El kirchnerismo es hijo de la crisis de 2001 y Macri lo es, a su vez, del kirchnerismo. Por contraste y al constituirse como alternativa polar, no se comprende a Cambiemos sin los 12 años K. Si Carlos Alberto Reutemann o José Manuel De la Sota hubiesen sido presidentes en 2003 (no estuvieron lejos) es difícil imaginar la aparición del PRO. La grieta sigue vigente y hay que ver si el kirchnerismo se apaga o crece a futuro. La grieta actual, por otra parte, es moderada si se la compara con las existentes en nuestros 200 años de vida independiente.
¿Habrá líder del peronismo en 2023 con capacidad de aglutinar lo que hoy está potencialmente disperso en la coalición?.
El futuro del radicalismo, por otra parte, está abierto y no parece que vaya a seguir con Cambiemos sino de modo residual. ¿Cambiemos sustituirá al radicalismo como partido de clases medias?
El 40% a nivel nacional otorga a Cambiemos oxígeno político para a futuro encarar las reformas económicas pendientes y otras todavía por idear. Sin embargo, pese a la mejora de Cambiemos en la elección en general sigue siendo minoría en ambas cámaras.
Con la victoria se fortaleció políticamente el Presidente electo, claramente con experiencia de gestión. Macri se consolida como poder de oposición aunque el proyecto de regresar en 2023 es difícil, Horacio Rodríguez Larreta puede aspirar a conducir la oposición. Para ganar en 2023 Macri necesita de María Eugenia Vidal y de Rodríguez Larreta.
En los dos años que vienen, es precisa mucha negociación en el Congreso, con los gobernadores y con los sindicatos. El diálogo es clave. El ala técnica del gobierno de Cambiemos fue menos abierta que los cuadros políticos del Congreso, como por ejemplo el caso de Emilio Monzó y Nicolás Massot, que fueron más dialoguistas. La influencia de Elisa Carrió desaparece (¿será cierta su renuncia definitiva?).
El proyecto de Macri de instalarse en el poder (Tercer movimiento histórico de Alfonsín, Menem 99, alternancia de Néstor y Cristina) fracasó. Ganar las elecciones de medio término fue un típico respaldo que tuvieron Menem, Alfonsín y Kirchner, pero en este caso no alcanzó.
Puede ser que una alternativa sea que más cuadros se pasen al espacio K, pero parece poco probable. La visión del gobierno fue desarrollista queriendo Macri emular a Frondizi. Dado el énfasis en el gasto social y la filosofía por el Ejecutivo demostrada, no parece que el gobierno tuviese un enfoque neoliberal.
La economía definió las elecciones ya que ha sido un motor potente en cuanto a la decisión del voto. No obstante, el rechazo a Cristina es fuerte e influyó en el apoyo a Cambiemos. La economía reaccionó con cautela después de las elecciones. El gran desafío es reducir el peso del sector público, acotando a su vez el proceso de endeudamiento.
No llegó a cumplirse el test ácido de Juan Carlos Torre para la madurez del sistema, el cual plantea que deben darse dos períodos consecutivos con gobiernos no peronistas pero entrega, después de muchos años, la banda un gobierno no peronista.
Es difícil hacer conjeturas fuertes sobre los efectos de esta elección. La clave es que el nuevo gobierno está fortalecido y tiene, a pesar de la herencia compleja, una oportunidad de apretar el acelerador y consolidar el proceso de crecimiento que hace una década no se concreta en el país.