Transcribimos algunos fragmentos de la charla que tuvo la joven de 20 años con Rodolfo Palacios, periodista de ese medio, quien describe el contexto carcelario así: “En el sector de celdas, algunas detenidas miran televisión, otras charlan. Unas pocas duermen. O tratan de hacerlo. Solo una escribe, rodeada de libros.
Tacha palabras, reescribe, piensa, hace un bollo con el papel, lo tira en la basura, vuelve a otra página en blanco de su cuaderno Gloria tapa blanda. Acostada en su cama, llega a una frase que la convence: "No se puede entender, es que/ nunca fue imaginado". Deja de escribir y lee La continuidad de los parques, un cuento de Julio Cortázar, uno de sus autores favoritos, y luego se queda dormida con el libro a un costado de la cama.”
NAHIR: —Anoche escribí un cuento, no quiero que lo lea nadie.
Periodista—¿Y para qué escribís si solo lo vas a leer vos?
NAHIR: —Porque es mío, es como desnudarme, y me da vergüenza que lo lean —responde.
—Pero si el poema es bueno se va a publicar.
NAHIR: —Pero todo lo que haga yo, aunque sea bueno, van a decir que es malo, monstruoso, escrito por el diablo con forma de mujer.
NAHIR: —¿Vos creés que soy una psicópata asesina?—No.
NAHIR: —¿No pensás que soy como Robledo Puch, al que entrevistaste?
—No, para nada. ¿Qué sabés de Robledo Puch?
NAHIR: —Leí su historia, me gustaría ver la película. Sé que era un chico lindo que mataba por la espalda o mientras dormían. Y que está preso hace 46 años. ¿Por qué creés que el caso tuvo tanta repercusión en los medios?
—No lo sé. O quizá sí lo sé pero no me gustan las teorías.
—¿En este penal de Paraná te sentís más cómoda que en la comisaría de Gualeguaychú?
NAHIR: —Acá estoy mucho mejor que en Gualeguaychú, porque allá estaba sola, todo el día encerrada, no salía ni cinco minutos al patio. Lo único que tenía eran libros, porque no tenía nada para entretenerme, no me dejaban tener nada. Ni televisor ni radio ni música ni compañeras tampoco. Acá es otra cosa porque desde que llegué el trato es diferente. Allá en la comisaría antes de venir para Paraná ni siquiera me dejaron comer, me venía a las cuatro de la mañana para acá y a las ocho ya me habían sacado todas mis cosas, el colchón, todo. Me quedé parada desde las ocho de la noche hasta las cuatro de la madrugada, que me vinieron a buscar. En cambio, acá llegué y mientras me tomaban los datos les conté de la situación que pasó en la comisaría y me sirvieron el desayuno a medida que me hacían todo el trámite. Acá es mejor porque tengo compañeras, alguien con quien hablar, hay un poco de libertad y tenemos más actividades y cosas. Eso es importante para evitar los malos pensamientos.
—¿Qué tipo de pensamientos?
NAHIR: —Creo que la parte más difícil ya la pasé en la comisaría, donde estaba sola. Al no tener nadie con quien hablar, nada para hacer, ocupaba mi tiempo pensando. En realidad los primeros dos meses, enero y febrero, directamente no pensaba, no sentía nada. Seguía en shock, no caía en la realidad. Después lo pude hacer cuando empecé a tener una contención psicológica, me fue a ver una psicóloga y ahí sí fue como que después de unos días de terapia caí en la realidad. Se me vino todo el mundo abajo de repente, volver a revivir todo, y pensar todo lo que me había pasado, no solamente en ese momento y en ese día, sino anteriormente. Los años anteriores; porque esto no viene de ese año o ese día, viene de años anteriores desde mucho tiempo. Creo que la peor parte ya la pasé, porque estaba sola y no tenía a nadie, solo a mí misma, así que cambié mucho en mi forma de ser, mis pensamientos, creo que estar solo te cambia, no tenés a nadie más que a vos mismo, y me tenía…creo que no me quedaba otra que revivir todo y… (hace una pausa, piensa) ahora, por ejemplo, al tener compañeras es distinto, vos por ejemplo podés hablar con alguien y dar opinión o consejos, charlar de cualquier cosa, no necesariamente del por qué estás acá, es más, tratamos de evitar hablar de las causas por las que estamos.
—Hablás de "ese momento" y de "ese día". ¿Tratás de borrar de tu cabeza lo que pasó el 29 de diciembre de 2017?
NAHIR: —(Tiene los ojos llorosos) Siempre voy a llevar el dolor toda mi vida. Me siento mal porque ese día que busco olvidar terminó muriendo una persona joven. Ese peso lo llevaré toda mi vida. Yo hice el duelo que tenía que hacer. Reviví todo, con todo me refiero del hecho para atrás y hasta ese día, lo que me acordaba, porque sinceramente había cosas que no me acuerdo. Declaré en el juicio porque lo tenía que hacer, dar una explicación, me pareció que tenía que desprenderme de todo eso. Además de asimilar todo lo que me estaba pasando ese día, que lo tuve que contar en el juicio, fue muy difícil. Los nervios de tener a la prensa detrás mío, gente desconocida que fue a presenciar el juicio, jueces, fiscales, abogados. Fue muy difícil porque no soy de contar mis cosas, no me gusta contar nada sobre mí en realidad, hacerlo delante de todos además de lo difícil y feo que fue lo que viví y pasó. Cuando terminé de declarar salí y fui a ver a mis padres, lloré lo que tenía que llorar y ya está, dije, nunca más me quiero acordar esto, y me desprendí, no quiero volver al pasado. No quiero estancarme ni quedarme en ese día horrible. Todo lo que debía decir de ese día lo dije en el juicio. No quiero volver a hablar de este tema, además no quiero ser malinterpretada. Ya fui juzgada y condenada.
Sueños proféticos y la opinión de la gente
El presente de Nahir la encuentra con una nueva motivación: leer y escribir. En la visita que la semana pasada tuvo con sus padres, le llevaron un libro de poemas de Alfonsina Storni. Luego comieron facturas, almorzaron sándwiches de miga y para la merienda mate con bizcochuelo hecho por su madre.
—¿Cómo pasás tus días en la cárcel?
NAHIR: —Trato de vivir el ahora, ni quedarme en el pasado ni en lo que va a pasar. Trato de vivir, de concentrarme en lo que estoy haciendo ahora porque si no te deprimís, si te ponés a pensar todos los días en el pasado, en por qué estás acá, en lo que estarías haciendo afuera en este momento, o que hubiera pasado si… caés en la depresión, ni vivís.
—¿Creés en un punto que esto que estás viviendo es por algo?
NAHIR: —Yo creo que todo pasa por algo, y creo que si no estuviera acá, en la cárcel, estaría en un lugar peor.
—Que no sería la vida.
NAHIR: —No.
—¿Qué momentos felices recordás de tu vida?
NAHIR: —La angustia me vino solo estos últimos años. Siempre fui…no sé, me reía por cualquier cosa, siempre fui alegre, de no hacerme problema por nada, por cosas mínimas. Era más de pensar: "Bueno me pasó esto, no sé, habrá una solución". Siempre pienso en positivo, fueron estos años nada más en los que estuve triste.
—Tanto en el juicio como en alguna salida de la cárcel se te critica que sonreís…
NAHIR: —A veces sonrío de nervios. Pero siento que no sé… Tengo prohibido sonreír en púbico. La verdad que me molesta que algunas personas no se pongan a pensar. Que solamente vean algo y compren lo que les venden. Que no se pongan en el lugar del otro, que no les importe que el otro es una persona, que no les importe que la otra persona también tuvo sus problemas, su vida, con sus tristezas. A todos les pasa. Que no tengan compasión.
—¿Qué sentiste cuando te llamaban ángel demonio o monstruo?
NAHIR: —La verdad en todos estos meses no me enteraba de nada, estaba totalmente aislada. Me enteré ahora, que tenemos un televisor y puedo ver las noticias. Pero estaba aislada. En realidad, no me importaba mucho cómo me estaban describiendo porque yo sabía lo que me había pasado. Lo que soy. Lo que sí me molesto es que se haya jugado tanto, que a nadie le haya importado quién era yo, qué me pasó realmente. Todo el mundo compraba lo que le vendían y no les importaba nada. Nadie sabe lo que pasó, lo que sufrí estos meses y los años anteriores, nadie me conoce realmente ni sabe lo que tuve que pasar. Además de asimilar lo que me estaba pasando en ese momento, tenía que afrontar un juicio, una condena social, mediática y además todo lo que me venía pasando años anteriores. Era muy difícil para mí, una acumulación de cosas. No era que sólo estaba en una causa y listo. Además tuve problemas con mi peso, estuve dos años haciendo dieta para poder engordar, no podía, no sabía qué pasaba. No sé, es como que tenía ganas de que me tragara la tierra. Me estaba pasando todo junto, y nada me salía bien, nada nuevo, nada bueno. Lo único que me hizo salir adelante fue mi familia, siempre tuve el apoyo de ellos, nunca me juzgaron, ellos me hicieron salir adelante. Creo que todo tiene una respuesta, que todo pasa por algo. Que a todo se le puede buscar una solución.
—¿Sabías que llegaron a sacar una muñeca tuya?
NAHIR: —Sí. Es raro, al principio, al estar aislada, no tenía idea de que se hablaba tanto de mí. Y salir a cualquier lado y que esté lleno de periodistas o ir y que ya me conozcan. Que nadie me pregunte como me llamo. Es raro, incómodo. Por ejemplo, si voy al médico todo el mundo me mira, me saca fotos. Es bastante incómodo. Siento que perdí totalmente la privacidad. Estando adentro yo sé que me conoce todo el mundo, por eso es raro, que no me pregunte como me llamo, o por qué causa estoy, por ejemplo. Creo que mostraban lo que se vendía. Me hicieron un objeto. No se hablaba de mí como una persona si como un producto que se vendía. Muchas cosas que todavía no puedo creer que se hayan dicho. Mentiras, y yo estaba encerrada y no podía desmentir nada, me parece que fue toda una mentira para vender.
—¿Creés que la publicación de las fotos tuyas modelando te jugaron en contra?
NAHIR: —Me mostraban como una reina. Eran las fotos de mis redes sociales. Creo que fue injusto. Porque en realidad ahora me pongo a pensar, mi causa no es la primera causa en el mundo que existe. Anteriormente y hasta ahora, después del juicio, siguen habiendo casos como el mío. Sin embargo nadie le da importancia como me la dieron a mí. Hay muchos hombres que todos los días matan mujeres y sin embargo esos hombres no sabemos siquiera cómo se llaman, o no nos acordamos, se dice por arriba. A ningún hombre lo han tratado mediáticamente o socialmente como me trataron a mí. Eso es algo que no entiendo por qué. Es más: hasta acá adentro hay chicas con la misma causa o con la caratula como la mía, y sin embargo yo nunca supe de ellas, nunca se escuchó hablar de esos nombres ni nada. Y es exactamente lo mismo. No entiendo por qué hicieron tanta diferencia conmigo, o porque me dieron tanta atención a mi si es algo que no es nuevo digamos. Eso no quita mi responsabilidad.
—¿Qué sentías en cada traslado al juicio?
NAHIR: —Era incómodo. Porque todo el tiempo me tenía que estar cuidando. Me tapaba la cara porque en base a cualquier gesto que yo hacía ya lo sacaban de contexto u hacían todo un análisis, entonces por eso me tapaba la cara y todo el tiempo me tenía que estar cuidando de cualquier cosa porque lo interpretaban para mal. Al juicio fui casi a todas las audiencias porque era mi juicio. Yo quería saber qué se decía porque era yo la que estaba imputada. Los días que no fui emocionalmente estaba muy mal. Llegaba a la comisaria destrozada de las audiencias. El último día creo que el veredicto ya estaba decidido, sabía que iba a ser así, que me estaban esperando, que iban a ver mi gesto cuando me dieran la condena. Para evitar eso, decidí no ir. Yo sabía que la condena ya estaba dicha. Toda la sociedad pedía cadena perpetua y yo sabía que me la iban a dar. Era difícil, estaba en la duda, yo quería ir, pero quería evitar todo eso. Lo mismo porque quizás yo estaba parada y ya lo interpretaban como cualquier cosa. Hasta ahora creo que me afectó psicológicamente. Yo veo no sé…entro a un lugar y lo primero que me fijo es si tiene cámaras. En cualquier lugar al que me lleven, incluso acá adentro me paro a fijarme si hay cámaras escondidas, detalles, micrófonos. Me pasaba en la comisaria, podía pasar horas fijándome si no me habían puesto una cámara. Me afectó mucho psicológicamente hasta el día de hoy. También me llevó a desconfiar de todo el mundo porque cada mínima palabra que yo decía se publicaba o se malinterpretaba, entonces me cuido mucho en ese sentido. Me generó mucha desconfianza, hoy en día no confió en nadie más que en mis padres.
—¿Tenés sueños proféticos?
NAHIR: —En realidad esas cosas no me gusta contarlas, porque depende del pensamiento de cada uno, a varios les puede parecer una locura. Por ejemplo, yo antes de leer estos libros no sabía que estaba comprobado que existía una prueba científica. Depende de cada uno. Me pasan muchas cosas por eso le presto mucha atención. Me doy cuenta de mi estado emocional en base a pesadillas. El año pasado me pasó todo el año que casi todas las noches soñaba que me seguían. Una persona, un animal. Yo corría y corría, y no lo había podido interpretar, creo que nunca lo había contado. Este año después de leer e investigar sé lo que es. Pero me lo guardo.
—Te acercaste a la religión, ¿verdad?
—Sí, pero sigo buscando, estoy leyendo sobre muchas religiones, soy católica pero no me quedé con eso, investigué para encontrar mi propio pensamiento. En este momento creo en Dios, pero no sé si como la Iglesia lo dice. No sé si me gusta cómo lo lleva la Iglesia, los curas, las monjas. Hice la comunión y la confirmación. Ahora leo sobre todo. Numerología, astrología, psicología. Todo eso me encanta. A la numerología la practico acá adentro, con mis compañeras o con quién sea. Me gusta investigar. En base a cosas que me pasan me gusta buscar repuestas, busco respuestas a todo, analizo todo, y por eso me meto en esos temas.
—¿Te gustaría enamorarte otra vez?
NAHIR: —La verdad que no lo he pensado. Lo que sí estoy segura es que todo lo que pasé me sirvió para darme cuenta de muchas cosas. Creo que ahora tengo un pensamiento más libre, una mente más abierta. No repetiría muchas cosas. No lo pensé pero creo que no tendría problemas en enamorarme.