En la poesía ya empieza a hacerse visible una nueva generación de hacedores. Al fin, la generación sub 30 muestra a sus exponentes. May Rivainera es una de ellas. Tiene 27 años, no pasó por la carrera de Letras; pero sí por talleres literarios (uno de literatura y cine, con Mario flores y otra clínica de poesía, con Fernanda Chamale, Fer Salas y Flor Arias). Publicó el poemario Letra de Carta y se publica con asiduidad en su blog.
Esta es la charla que tuvo con LA GACETA. Al final de la nota se puede leer uno de sus poemas.
- ¿Qué edad tenías cuando empezaste a escribir?
A escribir empecé en jardín, dicen que era una piba del constructivismo de Vigotsky, lo que se dice un autodidacta; pero no es tan así, tengo mis ídolos. Me acuerdo de episodios, una carta para mi abuela, un poema para el cumpleaños de la escuela, cartas de amor, mensajes de texto románticos -allá por el 2007 – y diarios íntimos. A autodenominar poema lo que hacía, empecé hace tres años aproximadamente, suena ególatra y es ególatra, pero es necesario ese momento en que entendés que no estás solo en el mundo y querés compartir algo.
- ¿Cuáles fueron las lecturas que te impulsaron a escribir?
Viví en el desierto chaqueño mucho tiempo, ahí lo que escribe el cielo estrellado, la luna clareando la tierra, el silencio, piden que uno los escriba. Encontré en la narrativa, como para llamarlo de algún modo, de Henry Miller algo que me llevaba al silencio; pero ya en el silencio estaba mi vida concreta, até esas dos cosas y empecé a querer decir algo. Henri Michaux fue lo más cercano a una musa, que encontré en poesía.
- Qué lectura hacés del campo literario salteño actual? A quiénes te interesa leer y por qué. ¿Qué autores te influyeron?
Admiro mucho la movida salteña de escritores, pienso que es subversivo no esperar que te digan que lo que hacés puede ser un poema. Al lado de eso, me crucé con gente muy amable que supo tratar como poema frases fragmentadas que mostraba, la famosísima escritura catártica. Eso lo he hecho y el ciclo pollerapantalón, por ejemplo, lo tomó y fue un antes y un después; no es menor porque me contaron que antes si no eras consagrado no eras “parte de", en Salta te hacen parte de y eso no tiene precio; a veces el sentimiento de pertenecer es fundamental.
Leo lo que se publica en redes, hay varios. Fer Salas, Fer Chamale, Flor Arias, Alexia Rubin, Macarena Diosque, Mario Flores, Eme Sinhache, Mario Saravia, Carlos Varas, España, César Martínez, recién salido del horno El menú de las fieras de Martín Palomino, Rafael Caro, Benjamín Liendro.
Me interesan estas formas porque son muy diferentes, cada uno tematiza algo de la realidad, cada uno muestra un sector que lo afecta, lo muestra de una manera y no de otra; mención particular para Fabio Martínez que logra una velocidad en la prosa que ni Bauman se la cree. Te escuché leer una vez a vos (Daniel Medina), me sorprende cómo te movés tan fácil en ese mundo pixelado, virtual, me hace pensar en la relación con el cuerpo que instalan los gadgets, nunca podría hacerlo.
En tema poesía, hay un grito de posicionamiento político muy característico y lo aplaudo porque son cosas que no sé hacer y que, tengo entendido, es una escena salteña.
Salteños, me influyó Fer Salas, logra una libertad de forma y contenido que anhelo fuertemente. También Miguel Ángel Pérez, encontré ahí una mano para entender los porqueses de Castilla, un escalón; aunque confieso que me faltan un par de generaciones, que serían las dos anteriores. De estos últimos leí a Mercedes Saravia, un día en la Rayuela me regaló Filamentos y tengo eso pero sí, he pasado por alto a algunos.
- 5 libros que recomiendes leer.
Mujeres guerrilleras de Marta Diana; Parte de Guerra de Mariano Dubin, El contrato social de Rosseau, Una nueva argentina de Alejandro Bunge y el Necronomicon de Lovecraft.
Un poema:
El desastre, sí, desastre se llamará,
que su imponencia instaló en mi mente
en mi corazón
en mi alma -¿por qué no? –;
se compara al desastre, sí, que se llame desastre,
que mi impertinencia mordaz
amante de concordia -imposible, por lo demás –
entre valentía y coraje
le pidió al mundo -¿existe él, uno en total? –
y éste calló.
Un hombre de carne y huesos
de verdad y de sueño
cubre mis ojos con su voz.
Dijo que hay mujeres que dejan sin respiración
porque miran con gusto y gana
sin intención -¿sin ninguna, es cierto? –
más que encontrar ojos ajenos
y extirparle a su corazón el silencio,
que el deseo le queme la garganta:
pronto empieza a escribir el futuro perfecto
que nunca será – es decir: el futuro jamás –
menos que la realidad ni más que la vida.
Qué despreciable soy a veces, pensando siempre en amor
cuando estoy amando.