La de ayer no fue una audiencia más en el juicio contra el ex juez Federal de Orán, Raúl Reynoso, y otras siete personas acusadas de pedir coimas para beneficiar procesalmente a detenidos por narcotráfico. Un testigo dejó explosivas declaraciones en donde cargó contra todos los acusados, contra el fiscal federal de Orán, contra un presunto capo narco y contra oficiales de Gendarmería.
Julio Ernesto Barrios entró a la sala de audiencia decidido y su testimonio no varió respecto a lo que hace años viene sosteniendo, incluso en denuncias en sede fiscal y judicial. Antes de someterse a las preguntas de las partes, optó por hacer un extenso relato de lo que fueron sus últimos años de vida, que lo terminaron depositando como testigo en el juicio.
Sus denuncias y el inicio de un calvario
Notoriamente preocupado por ser detallista y ordenado cronológicamente en su discurso, Barrios comenzó contando que sus primeros inconvenientes con Gendarmería comenzaron cuando a través de una fundación para la que trabajaba y Migraciones desarrollaron el plan “Patria Grande” que consistía en legalizar a los inmigrantes. “Destapamos el negocio de Gendarmería que cobraba por dar permisos por 90 días y eso les molestó”, señaló.
“Entraba gente al Juzgado y salían con los paquetes de droga en los bolsillos para luego venderla”
Dijo que ahí comenzaron a perseguirlo por lo que tuvo que dejar ese trabajo y empezar a bagayear mercadería en la frontera. Contó que Gendarmería le pidió que trabaje para ellos pasándoles información. “Comencé a ver movimientos extraños de la propia Gendarmería con sus camionetas en la frontera con Bolivia, cargando y descargando mercadería, hasta que en un momento me pidieron que me vaya”, relató.
Así fue como decidió mudarse a la frontera en donde alquiló tierras que subarrendaba a gente que vivía y producían allí. Fue entonces cuando vio cómo pasaban camionetas con droga que, según Barrios, pertenecía al presunto capo narco Delfín Castedo: “Yo vivía en plena ruta de Castedo y con mucho miedo porque además soy primo de Liliana Ledesma”. Dijo en referencia a la mujer que fue asesinada en 2006 por denunciar a Castedo y por lo que se lo acusa de ser el autor intelectual del crimen.
Mientras el fiscal pareció tomar con pinzas el relato del testigo, para los abogados defensores todo se trató de una gran fábula.
Con todo lo visto decidió denunciarlo ante el fiscal federal de Orán, José Luis Bruno, pero su respuesta lo sorprendió: “me dijo que no iba a ser un héroe por denunciar eso”, dijo el testigo en la audiencia de ayer.
Esa denuncia hizo que su vida cambie. “Gendarmería no me deja en paz, me rayaron el auto, me escupieron, cada vez que me cruzan me paran y me dan vuelta todas mis cosas, hasta que lograron que reaccione y me armaron causas por resistencia a la autoridad”, expresó.
Incluso contó que un hombre lo disparó en medio del monte, que la bala entró en la zona del vientre por lo que perdió mucha sangre pero que de milagro salvó su vida. “Tengo miedo, la próxima vez no creo que fallen”, indicó.
Las coimas para Reynoso
Luego de haber pasado varios días detenido por esas causas, decidió ir a consultarle explicaciones directamente al juez Reynoso por las mismas. Declaró que solo una vez lo recibió en su despacho, acompañado por los empleados judiciales Néstor Acosta, César Aparicio (imputado en la causa) y el secretario Gustavo Adad.
Según su relato, Reynoso no le prestó atención ni le dirigió la mirada, sino que pasados cinco minutos de reunión solo atinó a recomendarle que vaya a ver al abogado (y ex cuñado suyo) Arsenio Gaona, quien es uno de los imputados como miembro de la asociación ilícita que se está juzgando.
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Fue en la casa de Gaona en la que escuchó algo que jamás imaginó: “Gaona me pidió 50.000 pesos y que con esa plata en una semana Reynoso me iba a dictar el sobreseimiento; yo no lo podía creer, era una causa pequeña, solo por resistencia a la autoridad”, contó y dijo que no pagó.
Cara a cara y mirándose a los ojos, el ex juez y el testigo se sometieron a un breve pero intenso careo en el que Reynoso desmintió haber recomendado a Gaona, mientras que Barrios se mantuvo en su postura. La medida no tuvo mayor éxito ya que, como era previsible, cada uno sostuvo su versión. Solo dejó el tenso momento en el que ambos elevaron la voz y a los gritos buscaron sobreponerse.
El enojo con Reynoso radica en que lo considera responsable del avance de las causas en su contra y que incluso una de ellas fue elevada a juicio, mientras que las denuncias que él radicó jamás prosperaron.
Barrios dijo que los taxistas, remiseros y hasta en la Terminal de colectivos se ofrecían el contacto de Gaona para solucionar inconvenientes judiciales y que cuando estuvo detenido, escuchaba a otros presos negociando sus liberaciones a cambio de coimas con los abogados imputados como María Elena Esper, René Gómez y Ramón Valor.
“Cada uno tenía su kiosco”
Una de las más fuertes frases que soltó el testigo es la que usó para resumir su múltiple denuncia. Luego de referirse a los extraños manejos de camionetas de Gendarmería y a la droga de Castedo aseguró: “Cada uno tenía su kiosco”, en referencia a que la fuerza de seguridad estaba detrás de actividades ilícitas, pero más contundente aún fue cuando se refirió a lo que pasaba en el Juzgado Federal de Orán.
ESPER, VALOR Y GAONA.
“Entraba gente al Juzgado y salían con los paquetes de droga en los bolsillos para luego venderla”, afirmó y responsabilizó no solo a Reynoso, Aparicio, Saavedra y Acosta sino también a Adad, de quien dijo que le sorprendía que no esté imputado. Dijo que se enteró de ello de boca de los mismos gendarmes cuando colaboraba con ellos en el Escuadrón de Embarcación.
Esa versión es uno de los indicios que sirvieron para el avance de la causa por la que hubo detenciones la semana pasada como las de Acosta, Aparicio y el gendarme Gerardo Garrido ya que se investiga el faltante de droga en el Juzgado.
¿Quisieron atentar contra Bavio?
También dijo que supo que en casa de Gaona se estuvo tramando un ataque contra el juez que investigó la causa, Julio Bavio, con la intervención de sicarios profesionales y que lo denunció ante la Justicia.
Desde el Juzgado Federal n° 2 de Salta informaron a LA GACETA que por esa denuncia se ordenaron escuchas y seguimientos pero que no se lograron constatar evidencias suficientes para avanzar aunque siguen investigando ya que consideran que los delincuentes podrían llegar a tener motivos para perpetrar un atentado de ese calibre.
Fuentes fiscales y el propio Barrios, dijeron a este medio que los sicarios que habrían sido contactados serían los mismos que están siendo investigados por un homicidio y una tentativa de homicidio que sacudió a Orán el año pasado y que, según la investigación, fueron contratados por narcos desde la Cárcel Federal de Güemes para un ajuste de cuenta vinculado al robo de droga.