Cinco razones para ver "Ponele", el nuevo show de La Quipi
La actriz y conductora estrenó espectáculo y cargó las tintas sobre usos y costumbres salteñas, con bloque dedicado a Isabel y Juan Manuel.
1. Si vas a reírte de alguien, empezá por vos
El decálogo de cómo hacer stand up comienza y termina con la misma doctrina: los misiles más descarnados de la parodia, el sarcasmo y la burla se dirigen primero hacia uno mismo, y desde ahí la onda expansiva puede avanzar sin permiso hacia todos los seres, sin distinguir ni siquiera entre especies.
La Quipi entendió el juego y tiene en su histrionismo natural la mejor de sus armas para hacer reír. En "Ponele", que estrenó en la noche del sábado en El Teatrino, vuelve a ubicarse sin complejos en el centro de los chistes, se cocina en la sartén y la agarra por el mango para después meter adentro desde el gobernador hasta los perros peregrinos, la primera dama salteña o los conductores de la televisión local.
2. Salteñidad en la mira
El lugar común de la idiosincrasia salteña vuelve a ser la materia prima de gran parte de "Ponele", que tiene entre sus puntos más altos y aplaudidos el segmento dedicado al novio cheto que se inventó Graciela Quipildor para hablar de los contrastes de clases, de culturas y de discriminación asimilada en la trama social. Ahí está su "gaucheto", un enamorado que se viste siempre con ropa gaucha mientras espera que se muera algún pariente del que heredar un campo.
3. Un filo que corta pero no desgarra
Esa acidez en la sustancia la Quipi la dosifica para que sea funcional antes a las formas de su humor que a la incorrección o la carga política, sin llegar nunca a incomodar ni tocar temas de posible discordia: "Ponele" no habla del debate sobre el aborto, ni de femicidios, ni de marchas del 8M o cuestiones de género más allá de alusiones secundarias a mandatos del patriarcado. La gordura, la soledad, el paso del tiempo, los prejuicios de clase son el territorio donde la actriz elige construir su humor y en la escena lo presenta sin más recursos que la palabra, su carisma de comediante y presencia arrolladora.
4. La increíble y feliz historia de la Isabel y el Juan Manuel
Hacia el final, después de una secuencia de temas que van desde cómo ponerse buena en el gimnasio hasta la construcción de un ovnipuerto en Cachi, la Quipi se detiene a hablar del amor romántico con la historia de Isabel y Juan Manuel, sin apellidos, y los ubica en una caricatura que incluye imitaciones cómicas de la pareja, alusiones laterales a la desnutrición de los pueblos originarios, a los desmontes autorizados por el gobierno provincial y a la mala relación de la primera dama con su media hermana salteña.
5. Todo por que rías
La voz de la Quipi suma y expande en un medio poco habituado a la autocrítica. Desde el escenario, la radio o las formas y espacios que ocupe, su mirada tiene el valor de tomar lo propio y sacudirlo para intentar transformarlo, empezando por las tragedias cotidianas propias, las diminutas miserias que comprueban la existencia de las inmensas.
Quizá por eso algunos que vayan a ver su nuevo show se queden con las ganas de verla hundir más profundo las uñas en lo que nadie más dice, lo que nadie más está señalando y convirtiendo en discurso desde el arte. Ese talento que su oficio, su sensibilidad y su historia le forjaron para sugerir oscuridades desde lo luminoso del humor no se despliega demasiado en "Ponele", donde en cambio sí se dedica a buscar la risa, la ovación y la carcajada. Y donde también las consigue.
Celina Alberto