El último adiós a Paola Álvarez fue un grito que pide justicia
Entre el desconsuelo y el llanto, familiares y amigos pudieron despedir ayer los restos de la joven asesinada. Banderas, carteles y remeras con su rostro llenaron la casa de barrio Palermo.
No fue un día más para la familia Álvarez. Cerca del mediodía les informaron que tenían que ir a buscar el cuerpo de Paola a la morgue judicial.
Casi dos semana pasaron desde el hallazgo de los restos en un barranco lindante a la ruta 9, que va a hacia Jujuy, luego de que pasaran 104 días de la última vez que alguien la había visto con vida. Este no fue el desenlace que todos esperaban, las lágrimas lo confirmaron.
Rápidamente, con lo que se pudo, la familia de Paola acondicionó un cuarto de la casa de la abuela en barrio Palermo para despedir los restos.
En medio de una jornada calurosa, y a las apuradas, se colocaron banderas al frente de la casa en donde se realizaba el velorio. Las mismas que todos los miércoles se agitaban por las calles del centro salteño para pedir la aparición de la joven.
Al frente de esas banderas, la casa que fue su hogar durante la infancia y a donde casi todos los domingos se juntaban en familia entre risas. Ayer la gente llegaba al mismo lugar; pero secándose lágrimas.
Varias sillas fueron acomodadas a lo largo de un pasillo que conduce a un fondo, en donde se cocinaron unos pollos para ser servidos a las personas que entraban y salían.
Muchos de ellos tenían remeras con el rostro de Paola y un mismo pedido: justicia. El cajón donde se encontraba el cuerpo estaba cerrado y sobre él, algunos familiares reposaronn su rostro. Las lágrimas cayeron sobre la madera, de fondo se escuchaba una canción de Sebastián Mendoza, a manera de homenaje.
Dos coronas de flores rodeaban al ataúd, las enviaron los mismos que llenaron de carteles el cuarto de paredes de bloque descubierto. Palabras de afecto, recuerdos que no se borran y pedidos de justicia se mezclaban entre las letras de las láminas.
Los más allegados, pasaban al fondo. Allí estaba Mónica, con la misma firmeza con la que transcurrió los últimos meses. La saludaban, la abrazaban, y el llanto resultaba incontenible.
Ella no quería entrar al cuarto. “Es difícil, me rehúso a verla, no la quiero ver así”, dijo la madre.
El dolor, la pérdida y el duelo no hicieron más que reavivar el pedido que semana tras semana se oyó en las calles salteñas: “Justicia por Paola Álvarez”.
“Ahora más que nunca pedimos justicia, que esa bestia pase sus días en la cárcel, es poco la muerte para él por lo que le hizo a mi hija”, dijo la madre. .
Paola Álvarez fue cremada en el cementerio de la Divina Misericordia