Reseña de la novela "It girl"
El escritor tucumano Diego Puig acaba de editar It girl, con la editorial Gerania.
(*) Por Maira Rivainera
Algunes lectores coinciden en que la fiesta es una de las temáticas de ésta novela, tal vez porque las primeras páginas son un acorde sostenido de quién es Isolina en una fiesta, digamos que ella es el alma de la noche. Polo que magnetiza miradas, de aprobación o condescendencia, compasivas o críticas, arma la fiesta, decide cuándo termina, si los demás piensan estar agotados para empezar o continuar: Isolina avanza fiel a su deseo de diversión.
¿Es Isolina una precipitación de millenial en un grupo de ochentosos? Recorremos la historia clásica en su presentación tripartita de introducción, nudo, desenlace pero ordenados éstos bloques en una superposición entre sí, lo que le da a It Girl un elogiable toque de gracia. Párrafos que nos llevan de la mano de una palabra a la siguiente, es difícil como lectora resistir al encanto de la trama. Sin caer en psicologismo, se accede a la experiencia de qué es una fiesta para Isolina. Ella siente la música, está como tomada por los sacudones de onda de esos bajos bolicheros. ¿Cuánto de realidad hay en esa vivacidad de ella comiéndose la noche?
Leemos con nitidez cómo Isolina decide cada movimiento, cómo caminar, cuándo bailar, cuándo descansar, si saluda o no, con quién habla… ¿No es lo que hace cualquier persona común? Pero ella tiene un objetivo, no sabemos exactamente cuál, mas queda claro que su destreza responde a una premeditación. Artes de seducción, por ejemplo.
¿Pasa It Girl el tamiz de la perspectiva de género? Digamos que Isolina es lo que se reconoce como “mujer fatal" en la mirada ajena. Extravagante en comparación a quienes le rodean, se deja llevar, cuando no le queda claro qué se espera que haga: hace lo que se espera que haga el personaje que ella actúa. Al parecer en sus tiempos, socializar tenía como único fin encontrar una chica: para los varones, hacerse elegir: las chicas. Así de estridente como suena, hacerse elegir por un varón para un porvenir más o menos holgado, según lo que cada una haya alcanzado cotizar por sus atributos y cualidades. La resistencia de Isolina, o de su personaje, es hacerse elegir pese a sí misma. Por eso podría decir que ella actúa de ella mientras, de fondo, descubrimos qué cultiva cuando en un momento se enamora de alguien que la quiere como ella es. Que la quiere por ella misma, como se dice, antes que por fascinación. Y confirmamos la fachada de Girl Power cuando en el segundo momento su drama consiste en una forma de desamor. No es que se preocupe, gran logro de Puig obviar la perorata melancólica del duelo, aunque sí se torna en vida decadente.
Otra estrellita para esta historia, como lectora me preguntaba ¿en qué momento empieza la decadencia de esa vida? Hay un fracaso, un proyecto que no resulta como al momento de apostar prometían las ilusiones… Sin embargo, ¿no es decadencia ya, para esa Isolina irreverente y temeraria, sucumbir a un proyecto de vida corriente como la felicidad en el amor conyugal? Amor heterosexual, monogámico, con el varón proveedor y la elegida maternal. Tal vez es una ironía puiguina, una ironía del narrador, una pregunta, ¿hasta cuándo se sostiene la revolución de los esquemas socio-culturales, en una vida?, ¿hasta que se descubre que una es apta para la suerte ideal del proyecto general de amor e institución del matrimonio?, ¿es la irreverencia un acto de juventud que, ya en la supuesta adultez, el irreverente admite como fracaso social? ¿Decadencia o sólo discordancia con el compás de rutinas sociales de los pares, alguna vez amigos?
El acartonamiento de las sociedades en la pequeña burguesía, eso siempre aburre a Isolina. Vive al día, decide hoy para dentro de un rato, mañana quién sabe. No le interesa. ¿Le importa? Decide ya para ya, pese a quien le cueste.
Un aplauso mayúsculo para la revancha con el trabajo no pago. Los ejerce, por gusto o simpatía, su destino de cuidadora; salvo que, a lo Sinatra, a su manera. Cuida de sus amigos, sí, pero también se divierte siendo con ellos sincera. Cuida a su esposo, pero todo tiene un costo. No es exacto decir que ella tiene un precio si ese monto lo determina por sí, entonces: todo tiene un costo, el que los otros pagan sin espacio para reproches. También porque ella es irresistible… es… es que su presencia es para los otros un teatro hermoso. De sensualidad, despojo del qué dirán y del peso del mañana. Isolina es liberación y disfrute de la vida. Remite a la dignidad de las experiencias fútiles, vanas, las pasajeras pero las más fundamentales: la alegría, un amor desconocido por el cuerpo y noble en su desinterés de sí misma. Es un personaje pero el personaje que les otres necesitan, ¿es esclavitud? No necesariamente, es concordancia refinada con la vida.
No dejen de conocerla, van a sopesar la levedad del mundo, un poco al menos, a cambio de la despedida cuando terminen de leerla.
(*) Escritora, poeta.